Vocación de poder o el "de ja vu" de 2009

Tener ganas de gobernar no es lo mismo que tener vocación de poder, es imposible que un sector político se constituya en alternativa de gobierno sin mostrar una sólida construcción política, y no hay construcción política sólida si no hay vocación de poder.

Por más que esto parezca un trabalenguas no es más que un simple razonamiento político, lógico, básico y elemental. Tener ganas de gobernar es un simple deseo, como lo sería “llegar” al Mercedes Benz. La vocación de poder, en cambio es un proyecto. Quien tiene vocación de poder deja todo para dedicarse a la política, se despierta, come, caga y se duerme pensando cuestiones políticas.

No es una cuestión de entregarse y bajar los brazos, es solo cuestión de tomar decisiones, es muy difícil que alguien que no es político desde la juventud llegue a serlo algún día, pero no es imposible, es solo cuestión de plantearse objetivos claros. La política demanda años de formación, de dedicación y de entrega. Los políticos de verdad postergan permanentemente cosas por la política; familia, profesión, amigos, salud… todo pasa a un segundo plano, la política siempre está primero para ellos, en todos los casos. Quien no piensa así no tiene vocación de poder. Podrá tener ganas de gobernar, pero no tiene vocación de poder, y si llega a gobernar será un tibio, será alguien que siempre llega tarde a todos lados, porque siempre tendrá algo más importante para hacer. Será alguien que pase desapercibido para la opinión pública.

Un político con vocación de poder no postergará jamás una reunión política por el cumpleaños de su hijo, o por atender a un paciente en su consultorio, o a un cliente en su estudio o su negocio, o lo que sea. Por nada del mundo se plantea postergar la política, ¿alguien se imagina el dolor que habrá sentido Cristina al perder a su marido?, sin embargo a los pocos días estaba ahí nuevamente, sentada en el sillón tomando decisiones. Cristina es, ante todo, una mujer política, tiene vocación de poder, no apenas ganas de gobernar.

Basándome en estas premisas es que me planteo si el Frente para la Victoria de Libres tiene vocación de poder… me parece que las limitaciones autoimpuestas les van achicando las perspectivas a quienes lo conducen, creo que más allá de las gestiones que hacen por teléfono algunos dirigentes, no hay una construcción política sólida que -hoy- los muestre como una verdadera opción de poder. Están a tiempo, son personas lúcidas y de buenas intenciones, pero mi abuela decía que “de buenas intenciones está lleno el infierno”. Lo que necesita el FpV es que sus dirigentes se sacudan los miedos y la modorra, pues del otro lado hay un animal político que se despierta, come, caga y se duerme pensando en política, y que para colmo es el intendente. Peteco sabe que si llega alguien honesto al sillón de Di Tomaso él va preso, y justamente por eso se va a aferrar con todo lo que tiene al poder.

Hay decenas de temas pendientes en el concejo, hay decenas de irregularidades evidentes y hasta delitos cometidos por el intendente, y sin embargo los concejales mantienen un silencio incomprensible. La gente pregunta por los números del carnaval 2012 y todavía no se abrieron los de 2011, y no se levantan voces desde el FpV cuestionando en los medios ni siquiera la hermeticidad de las cuentas públicas.

Es cierto que 3 de los cuatro concejales de la oposición llevan apenas 3 meses en el cargo, pero si se dejan llevar por la inercia de sus antecesores (y a veces pareciera que eso está sucediendo), lo más probable es que el resultado del 2009 comience a revolotear por el cielo libreño, y eso es lo peor que nos podría pasar.

Aunque parezca lo contrario estas palabras solo buscan tender puentes, no creo que alguien que lea esta columna decida no votar al FpV, por el contrario, esto tiene como único objeto invitar a los kirchneristas libreños a participar de un debate constructivo que pueda aportarles a los concejales y a los dirigentes partidarios ideas que contribuyan para constituir al frente en una verdadera opción de poder, que sea capaz en un año y medio de reemplazar al corrupto conservadurismo gobernante.