Mal que les pese a muchos, Latinoamérica está linda, más próspera, más alegre, su economía se recupera, su pueblo se ríe más, sus pobres lo son cada vez menos y “son” cada vez menos y lo mejor, somos cada vez menos ignorantes. Nosotros, el pueblo, somos muchos y estamos mejor.
Las corporaciones lo ven, ellos lo sienten, y no les gusta, consideran que el equilibrio les cuesta plata, consideran injusto que los gobiernos les quiten subsidios a sus empresas para invertir en educación, en salud, en viviendas dignas o en mejorar los ingresos en los sectores populares. Están enojados. Ellos, los que manejan las corporaciones, son pocos y están peor.
Está más que claro que ellos jamás estarán conformes, siempre necesitan más, y más… tienen muy claro que no les alcanzará la vida para gastar tanto, ni a sus hijos, pero necesitan más, y más.
Todos ellos se especializan en parir grandes inútiles como Paris Hillton, Mauricio Macri o Ricardo Fort, con lo cual ni siquiera les queda la excusa de decir que la juntan para gestar buenas crías, generaciones de hombres y mujeres que vengan a mejorar la especie. Ni siquiera eso.
Cuando se trata de defender sus intereses sacan sus libros de Adam Smith y aparecen en la tele reclamando “libertad de mercado” y “seguridad jurídica”, pero cuando se les habla de la necesidad de darles oportunidades a los que no tienen nada, más que pronto guardan los libros de Adam Smith, sacan los de Edmund Burke y nos explican con frases resbaladizas que las libertades son para aquellos que se ganaron el pan con el sudor de su frente y las seguridades deben existir para resguardar los beneficios obtenidos “por aquellos que sí se esforzaron”. Como si nosotros, el pueblo, solamente miráramos mientras ellos, los que manejan las corporaciones, trabajan. Como si a la revolución industrial la hubiera dado el proletariado, como si los desocupados lo fueran por propia elección.
Permanentemente se plantan ante las cámaras y los micrófonos, bien pagados por sus corporaciones, con teorías esplendorosas y diatribas muy finas, ellos tienen todas las soluciones para cada uno de nuestros problemas, ajustes para salvaguardar la solvencia del estado, privatizaciones que garanticen ingresos para elevar las jubilaciones, revoluciones productivas, devaluaciones para equilibrar la balanza comercial, combates contra la inflación, inclusión de Argentina en el mundo, y decenas de otros milagros que siempre terminaron en lo mismo, pimes y bancos quebrados, millonaria toma de ganancias para los grandes empresarios argentinos, fugas multimillonarias de capitales hacia potencias económicas y paraísos fiscales, y millones de nuevos ranchitos distribuidos en todo el país. Siempre hubo un “ellos” y un “nosotros” y el resultado siempre fue el mismo, para ellos y para nosotros.
Pero ocurrió que con el cambio de siglo algo más que el calendario empezó a cambiar. Ellos vieron que con las reglas democráticas no podían mantener su hegemonía, vieron que el pueblo les gritaba en la cara que no los quería más en el poder, y se replegaron, pero para observar lo que ocurría. Ellos sabían que los nuevos gobiernos iban a tocar sus intereses, y cuando esto ocurrió iniciaron la batalla, silenciosa, organizada… tejen una realidad virtual en los medios que compraron y luego vuelven a aparecer para “salvar” a la patria. Y lo intentarán como sea, en los países donde la popularidad de los gobiernos progresistas no es muy alta lo harán a través de las urnas, como en Chile. Pero en los países donde la imagen del gobierno sea alta, como en Ecuador, Venezuela, Bolivia, Brasil o Argentina solo les quedará buscarlo a través de la fuerza, del caos, del miedo, y no caigamos en la ingenuidad de creer que este de ayer fue el último intento. Porque cada dólar que Latinoamérica va destinando a medidas que les reponen el bienestar perdido a las clases más pobres, es un dólar menos para ellos.
Ayer atacaron en Ecuador, pero no hay que analizar este hecho como algo aislado, hay que hacerlo desde una lógica de la derecha latinoamericana que intenta retomar las prebendas perdidas, lo que ayer le ocurrió a Correa es parte del mismo plan que quiso derrocar a Chávez en 2005, a Evo y a Cristina en 2008 y que tuvo éxito con Zelaya en 2009. Y aquí es bueno detenerse en un pequeño ejercicio de memoria, el 28 de junio del año pasado Manuel Zelaya fue secuestrado y despojado del poder, el presidente Obama dio un discurso repudiando el golpe y reclamando la restitución de Zelaya, los primeros días de Julio EEUU dictó “sanciones económicas” contra el gobierno interino de Micheletti, pero solo cuatro meses después, el 29 de noviembre, Honduras fue a elecciones ilegítimas y fraudulentas y al día siguiente, mientras casi toda Latinoamérica negaba el reconocimiento al gobierno ilegítimo, el mismo Obama anunciaba el triunfo de Lobo. Es decir, el jefe es el jefe, Obama no es Bush, pero los dos son Estados Unidos.
Lo de ayer en Ecuador no fue otra cosa que un nuevo intento de la derecha por lograr reinstalarse por la fuerza en un lugar del que fue desplazada por el voto popular. Una intentona pensada y financiada por las corporaciones económicas, apoyada y maquillada por las corporaciones mediáticas y ejecutada por las corporaciones de los mercenarios de uniforme.
Cuando Ecuador explotaba por los aires Clarín titulaba: “Correa calificó la rebelión policial de intento de golpe de estado” y La Nación: “Fuerte condena en Europa a la rebelión”, dejando bien en claro que no era un golpe de estado en ciernes sino “apenas” un problema sindical con la policía; quitándole trascendencia al hecho gravísimo de que el presidente había sido agredido por su propia policía y secuestrado por 10 horas. A las 10 de la noche, mientras Correa era rescatado por el ejército, Nelson Castro se masturbaba junto al “solanista” Pablo Michelli castigando a los “K”...
¿Raro?, no, que va, es de lo más normal, había que bajar los decibeles al conflicto, que no se note… hay que ir preparando el ambiente para que parezca normal cuando el intento se vuelva a producir en nuestro país como ya se produjo en 2008. Hoy, TN ya volvió a la inseguridad y la inflación, las marchas que hoy se dan hacia la embajada de Ecuador solamente significan un entorpecimiento para el tránsito, como si ayer no hubiera existido, como si Ecuador fuera un país asiático…
Solo es cuestión de tiempo, por aquí, por allá… ellos seguirán intentando recuperar los espacios que perdieron, y los dueños del mundo verán con buenos ojos que esto ocurra, solo nos quedan los países hermanos para garantizar que el sistema democrático se mantenga y solo nos queda nuestro valor a la hora de defender a un gobierno popular, con una fuerte militancia y ganando las calles, como hizo ayer el pueblo ecuatoriano, como no supimos hacer, del todo, nosotros en 2008 cuando a las calles nos las ganó la gloriosa Sociedad Rural y el gobierno tambaleó.
Que nos quede claro, siempre manda Washington, con sus socios y gerentes locales, con sus sirvientes de la política que luego se convierten en millonarios, y cuando ellos ganan siempre pierde el mismo, el pueblo. Para “nosotros” lo de ayer fue una victoria. Pero no nos confundamos, porque para “ellos”, lo de ayer no fue una derrota, sirvió para demostrar fuerza, sirvió para sembrar miedo y recordarnos que están ahí, esperando su momento.
La historia es cíclica, hubo épocas de vacas flacas y otras de cosechas históricas, hubo gobiernos blandos y otros muy duros, lo que nunca hubo en la región es una coincidencia tan fuerte entre bonanza financiera y hegemonía progresista. Jamás, en América Latina se había instalado la posibilidad de que aquella soñada “patria grande” de los libertadores pudiera hacerse realidad; Bolívar, San Martín, Artigas y Moreno la soñaron tal como Chavez, Correa, Lula, Evo y los Kirchner la están construyendo hoy, mientras, el enemigo de siempre, viendo que comienza a haber mucho, viene por todo, ¿estaremos nosotros a la altura de aquellos pueblos que pusieron el pecho hace 200 años a la hora de defender esta cristalización de aquellos sueños?.
Que así sea…
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