martes, 5 de octubre de 2010

Están perdiendo la guerra

Hay, por estos días, una marcada división en la sociedad producto del enfrentamiento entre el gobierno nacional y el grupo Clarín, esa división, que es mucho más fuerte que la que existe entre el Kirchnerismo y la oposición política, genera desinformación y psicosis, desinformación porque el grupo manipula las noticias a su antojo en toda la geografía del país, eligiendo aleatoriamente si las da a conocer tal cual son, si solo muestra la parte de la noticia que le conviene mostrar o si directamente no la da. Y esto no solo lo hace a través de sus mascarones de proa, el canal de noticias TN y el diario, también lo hace a través sus diarios asociados en la guerra contra el gobierno (La Nación, Perfil, etc…), de las cientos de licencias de radio y televisión que tiene en las principales ciudades del país, y también a través del sistema de televisión por cable. El grupo es propietario de Cablevisión y de Multicanal, empresas que con la reprochable “bendición” de Néstor Kirchner (en lo que fue tal vez el punto más oscuro de toda su gestión) se fusionaron y crearon un sistema monopólico, manejado por Clarín, en la mayor parte del interior del país.

Para graficarlo mejor, la única posibilidad que tenemos los libreños de acceder a un sistema de televisión por cable es a través de Cablevisión y entonces el grupo nos impone a TN como único canal de noticias de 24 hs, y ahí viene la instalación de la psicosis en la población, monopolizan la información tirando permanentemente opiniones tendientes a poner nervioso al pueblo, inseguridad, inflación, corruptela, violencia, las carteras de Cristina, la crispación que impone el gobierno… nada está bien, todo es negativo.

Y todo esto tiene un viso de gravedad inusitado, porque mediante la inmensa penetración que el grupo tiene en la sociedad cada vez que decide esconder una noticia el 60 o 70% de la población argentina no se entera de que el hecho pasó y lo mismo ocurre a la inversa, cuando el grupo decide inventar una noticia y la distribuye, hogar por hogar, como si fuera cierta. Y ley de medios ataca justamente a este punto, a la manipulación masiva de la información.

Pero ojo, porque la división también genera militancia, algo que la mafia periodística no contemplaba sencillamente porque no ocurría desde hacía décadas, hoy, por primera vez desde aquella trágica semana santa de la traición de Alfonsín, que había roto definitivamente el vínculo entre los argentinos y sus dirigentes políticos, el sector del pueblo que se siente identificado con el gobierno no se limita a discutir en los foros o en mesas de amigos, esa gente está dispuesta a más y sale a la calle a expresarse cada vez que considera que la situación así lo requiere, lo hizo por los juicios a los represores, lo hizo por el conflicto con los oligarcas del campo y lo sigue haciendo por la ley de medios. Es la manera que esa gente, que siente que Cristina Kirchner está haciendo las cosas bien, encontró para expresarle al gobierno que va por el buen camino, y en el mismo sentido le reclama al grupo Clarín que pare de mentir y de manipular la información.

En los lugares en que no hay competencia Cablevisión se niega a incorporar a su grilla canales de noticias que no sean de su grupo, tal es el caso de C5N (Grupo Haddad); CN23 (Grupo Szpolsky); América Noticias (Grupo Vila Manzano) y Telesur (Cadena pública de noticias subvencionada por los gobiernos de Uruguay, Bolivia, Paraguay, Ecuador Argentina, Venezuela, Cuba y Guatemala). En el caso de Canal 26 (Grupo Pierri), un hibrido mezcla de Crónica y TN, Clarín lo mantiene en su grilla mientras su propietario, ex menemista y ex duhaldista garantice en su programación la permanencia de dos grandes espadas “anti K”, Lanata y Leuco. Al mismo tiempo, Magneto nos sigue entregando con plena libertad la señal de CNN en español, una señal norteamericana, conservadora y antichavista que garantiza al grupo que mientras la unidad latinoamericana se mantenga esa cadena castigará a los Kirchner sin piedad alguna.

Hubo durante la semana pasada dos hechos que desnudaron la situación de desinformación a la que somos sometidos quienes vivimos en el interior monopolizado por Clarín, la muerte de Romina Yan y el intento de golpe de estado contra el gobierno de Ecuador. En el primero de los casos, quienes necesitamos de información para trabajar nos vimos impedidos de acceder a ella a través de la tele, pues tanto TN como Canal 26 le dedicaron al caso una estupidizante cobertura permanente desde el momento en que se conoció la noticia (pocos minutos después de las 8 de la noche) hasta la tarde del día siguiente, cuando finalmente, luego de que se hicieran las exequias, el grupo decidió dejar descansar en paz a Romina… y a nosotros también. Fueron alrededor de 20 horas de transmisión ininterrumpida, intercalando detalles morbosos, con caras de actores famosos llorando y capítulos viejos de Chiquititas, mientras tanto, la única noticia que repetía, una y otra vez el grupo era que “Tinelli, terriblemente consternado por la noticia, no había sido capaz de hacer su programa”.

En esa misma noche, en la misma república y hasta en la misma ciudad se daba una multitudinaria marcha, convocada por la Coalición por una Radiodifusión Democrática, en repudio a las trabas judiciales impuestas por jueces de primera instancia, pagados por el grupo, a dos artículos de la nueva Ley de Medios, uno de ellos es el que más desvela a Clarín, el de la desinversión, por el cual los grupos monopólicos u oligopólicos deberán deshacerse de las licencias que exceden a las permitidas, es decir, vender las radios y canales de televisión, que no pueden seguir teniendo, en el término de un año. El otro punto en litigio es justamente el que motiva esta nota editorial, el artículo de la nueva ley, que obliga a todos los distribuidores de TV por cable a incluir en su grilla a los canales de noticias que hasta ahora ignora, considerando a la información como a un servicio público y protegiendo a la ciudadanía del interior del país de un monopolio que nos obliga a consumir solamente aquellos productos que Héctor Magneto y sus socios elaboran cada día en un escritorio.

Oh... casualidad, como era de esperarse TN ignoró por completo la marcha, y Canal 26 (que sigue gozando del privilegio de aparecer entre “los elegidos” de Cablevisión) apenas mostró algunos pantallazos de lo que fue una movilización popular de 30.000 personas frente al Palacio de Tribunales. Negándonos a, por ejemplo los habitantes de Paso de los Libres, a quienes nos hubiera gustado asistir y no pudimos, toda posibilidad de seguir en detalle un hecho que nos interesaba y que, por ejemplo, el canal de noticias CN23 cubrió en su totalidad.

El segundo hecho importante de la semana pasada fue todavía más escandaloso que el primero, pues si bien en el caso de la marcha contra la Ley de Servicios Audiovisuales, el grupo utilizó una noticia estupidizante para tapar otra que no le era favorable, en el intento de golpe de estado a Ecuador Clarín utilizó todo su poderío informativo para mentir sobre los sucesos de Quito y Guayaquil. Mientras que en los reportajes que los diferentes medios lograban con periodistas ecuatorianos y a través de la crudeza de las imágenes que veíamos quedaba demostrado que había un intento desestabilizador, mientras el presidente estaba secuestrado durante más de 10 horas, luego de haber sido atacado y golpeado, en los zócalos de TN y CNN y en los comentarios de sus periodistas se insistía con que era una simple rebelión policial. El auto en el que fue rescatado Correa mostraba 5 impactos de bala y nos querían hacer creer que había un problemita con los sueldos de los policías ecuatorianos…

De este modo, buena parte de la población miraba sin interés lo que ocurría en Quito y Guayaquil o cambiaba de canal por creer que los hechos eran algo intrascendente. Nunca los ciudadanos libreños tuvimos la chance de recibir información televisiva real más que a través de los flashes y los noticieros de Canal Siete. De más está decir que CN23 y la cadena Telesur informaron en todo momento la verdad, sus zócalos dijeron durante todo el día que lo que ocurría en Ecuador era un intento golpe de estado.

Hablaba renglones arriba acerca de la división que se nota (y que se seguirá incrementando a medida que se acerque octubre del año próximo) en la sociedad, es una división producida por la pelea entre Clarín y el gobierno. De un lado, junto al grupo, perdonándoles todos los embates, excesos, delitos y mentiras están los partidarios del gorilismo retrógrado, la oligarquía histórica, la derecha radical, la derecha peronista, la Coalición Cívica, y hasta Proyecto Sur; del otro lado están el Kirchnerismo y los sectores progresistas que apoyan al gobierno. Es la primera vez que un gobierno argentino se atreve a enfrentar a la monarquía periodística, y lo hace a través del mejor Canal 7 y la mejor Radio Nacional de la historia, con el apoyo de algunos medios privados con fisonomía de izquierda, como Página/12 y Tiempo Argentino, y de inmensos periodistas a los que el grupo nunca pudo comprar, como Víctor Hugo Morales, Eduardo Aliverti, Sandra Russo, Mario Wainfeld, seguidos desde hace décadas por audiencias masivas, no por participar del show mediático sino porque son creíbles. También una camada de periodistas más jóvenes como Andy Kusnetzoff , Matías Martin, Gabriel Shultz, que resisten dignamente intentando desmitificar cada día las mentiras de Clarín y sus socios. Y también un programa que vino a revolucionar la TV argentina, 678, un espacio en el que periodistas muy inteligentes y muy formados convocan a otros tipos tan o más inteligentes y formados que ellos para debatir temas en profundidad y desenmascarar a la corporación mediática.

Hay, es cierto, también una prensa “aplaudidora”, contratada por el gobierno, que en su momento supo ser menemista, luego delarruísta o duhaldista y ahora es kirchnerista, que aplaude cualquier cosa a cambio de una pauta publicitaria, como es el caso de los medios del grupo Haddad, que también estarán con el próximo gobierno si es que pagan como deben pagar.

Pero lo concreto es que por primera vez la sociedad encuentra la realidad no tan escondida como antes, porque al perderle el miedo el gobierno a Clarín, también le perdieron el miedo los periodistas que no dependen directamente del grupo. Claro que “la verdad” de Clarín está más en la superficie, pero ya no es tan difícil encontrar en la prensa aquellas noticias que antes, directamente no estaban. A esa batalla Clarín la está perdiendo y por más que todavía tenga poder para comprar políticos y jueces, ese poder está severamente menguado y sobre todo, muy cuestionado por la sociedad.

La ley de medios que logró la democracia hoy recibió una nueva demora por parte de la justicia, un golpe en donde más le duele, en el lugar que dice que no puede haber ni monopolios ni oligopolios, pero estoy seguro que en poco tiempo más se va a terminar implementando íntegramente, les guste o no les guste a Magneto y Ernestina, les guste o no les guste a Duhalde, Cobos y Lilita, es una ley aprobada por el congreso de la nación por amplia mayoría, y no falta mucho para que eso ocurra, y con esa ley el grupo perderá definitivamente la guerra que inició en 2008 en contra de este gobierno, a través de los medios mencionados renglones arriba, es la primera vez que el lector, el televidente o el oyente de radio tiene la posibilidad de verificar en una cantidad importante de medios el grado de falacia informativa a la que fue sometido por el grupo Clarín durante toda o al menos buena parte de su vida. Lo único que falta para que el grupo se revuelque en su propia mierda es que se implemente la ley y eso nos permita acceder a todos los canales y no solo a los de ellos.

Cuenta José Pirilo, ex titular del diario La Razón, que Magneto le dijo en una reunión, "José, no te engañes, los gobiernos duran seis años y los diarios 100; los primeros 2 años hay que sacarles todo lo que se pueda, los segundos 2 años hay que pegarles para seguir sacándoles más cosas, y los terceros 2 años hay que voltearlos para que venga uno nuevo y así recomenzar el ciclo". Basados en esos preceptos, en el histórico poder de los medios, es que jamás un gobierno argentino se había animado a gobernar enfrentando al poder mediático, para decirlo en otras palabras, Clarín fue fundado hace 65 años y es la primera vez, en los últimos 50 que no gobierna la república.

El grupo desgastó la imagen de este gobierno, principalmente durante el conflicto con el campo, pero no logra salir indemne de esta pelea que inició por cuestiones de plata y de poder. En política todo se renueva, evidentemente, el gobierno, en base a buenas políticas y una economía más que exitosa fue recuperando el terreno perdido en las preferencias del pueblo, pero, ahora que el lector inocente pudo comprobar que Clarín le miente desde hace 50 años, que manipula la información como a cualquier otra “mercadería”, ¿volverá a creerle al multimedio?. Está claro que un gobierno tiene hechos concretos para mostrar y en base a eso la gente le devolverá o no su confianza, en cambio los medios necesitamos como al agua a esa confianza para que nuestros lectores/oyentes nos sigan leyendo o escuchando, pero a cambio de esa confianza no ofrecemos hechos concretos, solo tenemos para dar nuestra opinión, nuestra palabra. Me pregunto, ahora que los descubrimos, ahora que sabemos que siempre nos mintieron, ¿cómo hará Clarín para recuperar la confianza perdida?; ¿cómo harán para sostener sus mentiras cuando ya no tengan 300 medios para sostenerlas?.

Como sea, Clarín, está perdiendo la guerra, y la está perdiendo contra el único contrincante al que un medio o grupo de medios jamás puede darse el lujo de enfrentar, la está perdiendo… contra la opinión pública.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribí tu comentario aquí, Seleccioná "Nombre/URL" y podrás poner un nombre, gracias!