sábado, 5 de julio de 2008

Anoche tuve un sueño (ficción)

Anoche tuve un sueño, soñé que Peteco era viejito, muy viejito y seguía gobernando. Paso de los Libres era muy similar a como es actualmente la Ciudad de Bonpland, solo que mucho más grande, infinitamente más grande...
Libres, definitivamente había cambiado. La revolución se había dado en paz, como todo en Libres, nadie había protestado, nadie se había mosqueado siquiera cuando, allá por 2010 el gobierno, luego de perder las elecciones comunales, decidió no entregar el poder e implantar un sistema de monarquía hereditaria.
Claro… para entonces quedábamos tan poquitos en libres… recuerdo que Peteco perdió aquella elección contra Juan Carlos Rodríguez, el único que se le animó al sistema, Caquita le ganó 262 a 37, pero la prensa dijo que habían detectado fraude.
Solamente nosotros, pero… para que recordarlo, para que recordar que por culpa de los dichos de nuestro programa de radio Tito y yo debimos purgar tantos años de prisión, 10 por oponernos al régimen y otros 10 por faltarle el respeto a “la autoridad”, eran solo palabras… solo ideas y palabras… pero ya está…
Lamentablemente Tito ya no está, no soportó las torturas ni la humedad de los calabozos, pronto enfermó y murió, lleno de odio y de rencor…
Al salir, 20 años después, todo había cambiado, nada era como cuando me habían encerrado, Quique había sido confinado a un Caps para blanquear los dientes de los perros de Palacio y Lorenzo había sido sentenciado a realizar la recolección de residuos de la ciudad en pleno mediodía, de 12 a 15 hs. Tenía que recolectar todo, él solo, día tras día… hasta que no aguantó más. Organizó, junto a Quique una fuga, murieron una madrugada, los tiros, por la espalda, resonaron en la noche, dicen que Lorenzo alcanzó a balbucear: “me tendría que haber dedicado a plantar soja, ma’ que periodismo!!!
Ya no había tanta construcción en la Ciudad, ni tanta gente; ya no hacían falta tantas cosas, con el éxodo solo habíamos quedado quienes estábamos confinados, los condenados, aquellos que no habíamos sido beneficiados con la bendita amnistía que había salvado a tanta gente, entre ellos a mi familia, mi padre, a los 121 años, dicen, toma clases de yoga con la viuda de Lorenzo en la montaña.
Los habitantes de Libres trabajábamos de sol a sol en mantener los hermosos jardines de Palacio. Había mucho, pero mucho espacio verde, muy verde… con una construcción monumental en el centro geográfico de la Ciudad, unas 8 o 10 manzanas, en las que se emplazaba el “Palacio de Gobierno Municipal”, rodeado de muros de concreto de cinco o seis metros rematados con fuertes rollos de alambre de púa, con vistosos carteles que rezaban “Alta Tensión”.
En Libres “todos” éramos empleados municipales, no había comerciantes sino empleados municipales que atendían los comercios, los dos comercios, el gran supermercado de la secretaria privada del Intendente y una tienda de ropa, propiedad de la primera dama. Estos eran los únicos negocios que habían quedado de un pasado comercial envidiado por todas las ciudades de la zona. Para que más… el pueblo no necesitaba otra cosa que vestimenta y alimentos.
Los negocios no recibían dinero, en realidad nadie manejaba dinero en el Libres que soñé anoche, los municipales cobrábamos con bonos “Vischi I, II y III”, que eran aceptados de muy buena gana en los dos comercios locales, en uno sin límites, podíamos gastar si queríamos los 150 pesos libreños que ganábamos (por grupo familiar) íntegramente en comida o, podíamos también comprarnos ropa, aquí sí había límites, las autoridades consideraban que debían establecer “cupos”, pues de otra manera sería imposible que pudiéramos administrarnos y terminaríamos todos acudiendo permanentemente al Estado Municipal en busca de limosnas.
Y el Estado está para otra cosa!
Y a la chusma hay que organizarla!
Los hombres, a cargo de uno de los hijos del “líder revolucionario” (ya desaparecido) José Luis Olivera, hacíamos los trabajos más duros, mientras que nuestras mujeres, a cargo de la Secretaria Privada, una nieta de otra “patriota” (entonces internada en el asilo de ancianos local) Mónica Pedascoll, estaban encargadas del bienestar de Eduardo y su Gabinete, las más viejas en los quehaceres domésticos, las más jóvenes encargadas de la recreación, el placer y las actividades lúdicas.
Eran ellos (a esta altura ya no el líder, sino su “exclusivo” gabinete), los encargados de la procreación, algo que a los hombres nos había sido vedado a causa de la irresponsabilidad con que la habíamos ejecutado por tanto tiempo. En las noches en que nuestras mujeres habían sido convocadas por los líderes barriales para la procreación los esposos cumplíamos tareas nocturnas de mantenimiento del alumbrado público, a cargo del joven Sanucoli.
Había en mi sueño una gran plaza central, la Plaza Eduardo Alejandro Vischi, con un gran monumento central, realizado en oro y platino, de nuestro líder, custodiado por otras dos, mucho más chiquitas y realizadas en plomo, acompañaban a nuestro líder los dos grandes cerebros de la revolución, los hacedores de que Libres hubiera cambiado definitivamente, el Dr. Julio Cazarré y el Prof. Jorge Lucietti.
La geografía de la nueva ciudad, era, en mi sueño, bien diferente a la actual, a la Casa de Gobierno circundaban grandes barracas donde vivíamos los ciudadanos leales, quienes manteníamos todos nuestros derechos, es decir podíamos comer todos los días, (el estado de emergencia económica que el gobierno mantenía desde 2001admitía solo una comida diaria, pero esta se garantizaba en la nueva carta orgánica municipal, sancionada por nuestro Emperador diez años antes y hecha respetar a rajatabla por el Concejo Deliberante, por entonces presidido por una de las hijas de Griselda Alegre.
Había un nuevo puente internacional, pero… es como que no lo era… quiero decir, no era del todo internacional, si bien el Puente “Eduardo Alejandro Vischi”, cruzaba el río Uruguay, en realidad conducía hacia la entrada de una de las estancias de nuestro Líder.
Uruguayana también había cambiado, no tanto como Libres, pero había cambiado, por medio de acuerdos bilaterales se habían hecho intercambios territoriales, los brasileños habían recibido 100.000 hectáreas, en las que plantaban arroz y Libres, a cambio había recibido 500, en las que nuestro líder había instalado un retiro espiritual para él y su extenuado gabinete, por entonces liderado por Nidia Vivas; Jefa del Gabinete de ancianos.
Allí, se veneraba la imagen de Griselda Alegre, canonizada por Peteco antes de su muerte para hacer justicia… realmente había hecho milagros siendo Concejal.
El Concejo… recuerdo cuando existía, era divertido ir cada mañana a tomar café. De vez en cuando hasta aparecía algún Concejal, cuando Eduardo los mandaba a llamar… y entonces charlábamos un ratito. Corría el año 2008, recuerdo, cuando se desató el acabose, la gente se insubordinó, hay que reconocerlo, y salió a la calle. Se había votado un convenio para que la Provincia, a través de su empresa de energía, pudiera cobrar el alumbrado público, recuerdo la votación, 11 a 1, y recuerdo también algo curioso, los concejales votaban con las dos manos, con la izquierda levantaban un cartel que decía “rechazo el convenio” y con la derecha otro que decía “pero firmemos este otro” la única que votó en contra, mi amiga Andrea Codello, apareció flotando en la Laguna Brava, estaba llena de cortes, evidentemente antes de morir había resistido estoicamente a varias operaciones.
La prensa fue unánime “El Concejo Deliberante rechaza convenio con Dpec” titularon todos, bah, casi todos… ay, si nosotros hubiéramos dicho lo mismo… otra hubiera sido nuestra suerte.
La noche siguiente a la sesión en la que se votó el convenio llegaron los responsables de la empresa provincial, se instalaron en lo que más tarde pasó a ser “Radio Municipal” y emitieron un escueto comunicado: “Comunicado Nº1 del Proceso de Reorganización Comunal del Alumbrado Público. Art. 1º- A partir de este momento quedan confiscadas todas las propiedades de la ciudad como garantía de cobro del alumbrado público, cada propietario deberá entregar las llaves al representante de la empresa, Sr. Sergio López. Las mismas serán retenidas por el plazo de un año, al cabo del cual, quien tenga al día los pagos de alumbrado público será premiado con la restitución de una de sus propiedades, acto que se repetirá, (para aquellos que posean varias) cada año con cada propiedad.
Art. 2º - Quedan excluídos de la presente norma el Sr. Intendente Municipal, su Gabinete y los 11 patriotas que votaron a favor de la creación de un nuevo convenio.
Art. 3º - De forma!
La gente reaccionó mal, hay que reconocerlo, cundió la indignación, una masa amorfa y desordenada de personas se autoconvocó en la calle Colón, se dirigió a la radio, mató a su propietario, construyó una gran pira y lo cocinó en la esquina de Colón y Sitjanín.
La gente tomaba trozos de carne asada y los revoleaba por doquier al grito de “El tiene la culpa de todo”, “El nos dijo que votáramos a Peteco”, una jauría de perros hambrientos devoraba lo que encontraba, al acabarse “la comida” siguieron buscando y buscando y entonces… llegó el pandemonio, los perros querían más y pronto atacaron a una mujer y a un hombre y de repente todo era una locura de sangre, lo que había sido un pueblo pacífico se había convertido entonces en un gran circo romano, en el que gente enfurecida pugnaba por más sangre, ya no estaba claro, siquiera el motivo por el cual se había desatado todo, algunos incluso, los mas calmos, llamaban a sus representantes, a esos que habían votado, pero ellos, respondían lo de siempre, no sabían lo que tenían que hacer.
El Intendente llamó a la Policía para que aplacara la locura desatada, pero la Policía estaba de paro, entonces llamó a Gendarmería y el Comandante le respondió “Mirá, perdí el mando… está todo el escuadrón en la ruta, cobrando multas, y es tanta la plata que recaudan que no quiere venir ninguno”.
Cuentan que al colgar el teléfono Peteco se dejó caer en su sillón, abatido, desahuciado, pero en su estado natural, es decir, sin reacción, y de pronto Mónica, su secretaria privada tuvo una idea ¿Por qué no la llamás a Griselda?, el marido vende armas…
No hizo falta más… lo demás ocurrió en pocos minutos, una camioneta con 30 ametralladoras llegó al Palacio Municipal y pronto un improvisado pelotón compuesto por el Gabinete y los 11 patriotas que habían votado el convenio salieron disparados hacia la esquina en cuestión.
Lo que ocurrió entonces todavía se discute, ¿Quién realizó el primer disparo…?
Algunos coinciden en que fue el Dr. Walter Fontana, quien al grito de “Voy a hacer algo que me va a llenar de orgullo” disparó la primera ráfaga, otros dicen que fue Laly Giorgio quien decía “Esto lo hacemos para ayudar a la gente” y los menos, acusan a Nichito Velasco, quien gritando “Tenemos que ser Gobierno en 2009” habría arremetido contra la turba furiosa.
Lo cierto es que pronto no quedaron balas en los cargadores y por las cunetas circulaban los clásicos excrementos cloacales, pero esta vez teñidos de rojo, un rojo intenso, el rojo de la sangre del pueblo, de un pueblo que se reveló y fue ajusticiado por sus autoridades, como debe ser, como se lo merecía.
Martín Jouliá fue el encargado de las declaraciones de rigor, “Es mentira que aquí haya habido muertes, hubo una trifulca entre vecinos, algunos contusos y nada más, la intervención de la autoridad municipal puso en orden la situación en menos de quince minutos y los heridos fueron enterrados en el Cementerio de la Santa Cruz”.
Quienes no participaron de los hechos, los sobrevivientes de la Ciudad, improvisaron el éxodo, en pocas horas Gendarmería cobró miles de multas en la ruta 123, los viajeros ni siquiera esperaban la boleta, pagaban y se iban rápido, sabían que nunca volverían a ver a su Ciudad. Quienes no poseían auto se arreglaban como podían, algunos subiéndose a los autos de otros, los menos tomando cualquier Omnibus que lo sacara de Libres y los más pobres atosigando la ruta, emprendiendo una caminata que ni siquiera tenía destino cierto. Estos pagaron un improvisado peaje, cobrado también por Gendarmería Nacional con autorización del Sr. Intendente, sus patriotas, la Presidente del Concejo y la difunta Codello.
En mi sueño, mientras relataba los hechos a uno de los niños de Palacio, yo estaba arreglando unas macetas de nuestro líder, a unos diez metros, recostado contra una pared, Olivera (hijo) me miraba, como siempre, con recelo y golpeaba su fusta contra la pierna izquierda con impaciencia, pero tenía razón, yo estaba atrasado, ocurre que a mis 85 años ya no tenía la velocidad de antes y a veces me daba por divagar… Oliverita tenía razón…
Como decía, anoche tuve un sueño, un mal sueño… muy malo, una pesadilla horrible de la que me costó despertar. Por suerte, para todos, Libres sigue siendo igual, una ciudad pacífica, en la que nadie protesta por nada, una ciudad que es gobernada y legislada como se merece!

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