domingo, 22 de junio de 2008

¿Crisis terminal?

La democracia es un sistema político muy amplio, no es el único y tal vez no el mejor, pero no deja de ser interesante, tan interesante es que se lo aplica en casi todos los países del mundo, más a la izquierda o más a la derecha, condimentados con liberalismo, con socialismo y hasta con monarquía; pero en todos los casos el bienestar del pueblo es directamente proporcional al éxito de la aplicación de su sistema de partidos políticos.
La democracia tiene su basamento en los partidos políticos, una democracia con partidos fuertes será una democracia fuerte, una democracia con partidos débiles será pues, una democracia débil; ahora… ¿Cómo puede sustentarse una democracia con partidos vacíos de políticos y de política que solo sirven como meros instrumentos electorales?.
La Constitución Nacional sostiene en su Artículo 38 que los partidos políticos son “instituciones fundamentales del sistema democrático”. La Ley 23.298, (Ley Orgánica de los Partidos Políticos), les asigna el carácter de “instrumentos necesarios para la formulación y realización de la política” y les otorga “potestad para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos”.
Es decir… no “solamente” esto último.
Los partidos no solo tienen el “derecho” a postular a sus candidatos para que luego, pasada la asunción de cargos, estos los olviden y ejerzan esos cargos con postulados e intereses exclusivamente personales; también los partidos, tienen la “obligación” de formular y realizar la política. Por encima de lo que sientan o piensen las personas que los componen, estarán, en cada cargo ejecutivo o legislativo, (o al menos deberían estar) los postulados de los partidos, y son sus autoridades los encargados de hacer cumplir estos postulados por parte de quienes llegaron a esos cargos a través de los partidos.
La cuestión es que, al igual a como en cualquier familia, cuando alguien es un mal padre pierde la autoridad sobre sus hijos, en los partidos políticos argentinos la corrupción llegó a niveles tan increíblemente altos que toda la dirigencia política quedó, ya no sospechada, la dirigencia de todos los partidos quedó “señalada” por la corrupción, se generalizó el concepto de que en política quien no robó no es porque no lo haya querido hacer, es porque no pudo.
Desde hace algunos años, el desgaste de los partidos, llevó a que las bases reclamaran de sus autoridades la necesidad de ejercitar cambios en la manera de hacer política, lejos, los dirigentes políticos, de aceptar tal reclamo como a algo justo, idearon una manera de “parecer” diferentes. Durante el menemismo se comenzó a dar un fenómeno de simulación basado en la aparición de “figuras extra-política” encabezando listas para que de esa manera quedaran virtualmente “tapados” los corruptos “necesarios” para mantener vivo el sistema, que invariablemente venían detrás. Esta treta se generalizó, por efecto dominó, a todos los partidos, y así comenzó a distorsionarse el funcionamiento político partidario.
Sobre llovido mojado, a la inmensa corrupción imperante en la administración pública se le agregó la incapacidad de gente que no estaba preparada para la función.
Es decir, la falta de “cuadros políticos” con buena imagen que pudieran desplazar a los corruptos del manejo de los partidos, permitió que el “recambio” se diera, sin más ni más, dentro de esos mismos sectores corruptos, y entonces esos sectores se limitaron a seducir al electorado poniendo en los primeros lugares a personajes famosos y carismáticos que vinieran a reemplazar a los que envejecían o morían, o a las figuras que eran cuestionadas; candidatos que pudieran concitar la atención del electorado en sus figuras, para que no se notara la inclusión, siempre detrás de ellos, de los mequetrefes de siempre. Esto dio lugar a la aparición de artistas, deportistas y profesionales famosos que, montados en una imagen popular fuerte, pasaron a ocupar los lugares preponderantes en las listas, esos lugares que sobresalen, los que vienen estampados en negritas y en un tamaño más grande que el resto.
Ese resto, que nunca cambió.
Y entonces, donde antes supo decir “Jauretche” de repente apareció “Palito” y donde supo decir “Cafiero” de repente apareció “Reutemann” o “Riki Maravilla” y donde supo decir “Frondizi o Balbín o Alfonsín” de repente aparecieron los “Brandoni o Artaza” y detrás de ellos ya cualquier cosa valía, por izquierda y por derecha, comenzó a llegar a la política todo tipo de famoso, algunos con aportes interesantes (Pino Solanas o Miguel Bonasso), otros, simples oportunistas que eran simpáticos a cualquier sector social: un golpista como Aldo Rico, un torturador como Luis Patty o el falso ingeniero Blumberg llorando como cocodrilo subido al ataúd de su hijo, servían a (y se servían de) los partidos políticos para ganar elecciones.
Pero el vaciamiento definitivo de los partidos políticos no tiene su único correlato en la falta de recambio natural de las segundas líneas, también, en el “que se vayan todos” de 2000/2001 quedó expuesta la decadencia dirigencial que se producía por diferentes motivos, en la mayoría de los partidos y que generó la necesidad de un recambio urgente, ya no solo en los cuadros, también en el manejo de los partidos.
La salida de la arena política de figuras como Alfonsín y De La Rúa (más sus círculos íntimos), como consecuencia de sendos fracasos gubernativos desnudaron en la UCR el vaciamiento de cerebros, ni “Ricardito”, ni Cobos, ni Morales demuestran estar a la altura de las figuras históricas.
En la contracara radical ocurrió algo diferente, con la caída del régimen menemista y ante la imposibilidad del reemplazo natural por parte de Eduardo Duhalde surgió la necesidad de encontrar a un peronista que representara “lo contrario” a quienes habían manejado el poder durante dos décadas en el partido de Perón, con Nestor Kirchner llegó el acabose, no solo para el PJ, sino para todos los partidos nacionales y provinciales, y esto ocurrió porque Kirchner decidió emular a Perón, generando una construcción de poder en derredor de su figura, que excediera a su partido.
Pero Kirchner no es un estadista, aunque sí es lo suficientemente inteligente para darse cuenta de ello y entonces trocó proyección política por simple discurso. La Transversalidad.
(Wikypedia) “Transversalidad”: Concurrencia de distintas disciplinas en el estudio o el tratamiento de un mismo objeto o fenómeno.
“Gobierno o coalisión transversal”: En política, cuando se componen alianzas no en un ámbito del espectro político, sino mezclando éstos: por ejemplo, en la Comunidad Autónoma Vasca, en la Comunidad Foral de Navarra o en la Comunidad Autónoma de Cataluña, últimamente se aplica el término transversal a un acuerdo que incluya partidos nacionalistas y no nacionalistas.
Más allá de definiciones de diccionario, la idea de transversalidad aparece con Kirchner como alternativa, en la necesidad de conseguir el poder que no había obtenido en las urnas, el desgaste que le produjo la “interna peronista” que significó la elección presidencial de 2003 lo obligó a buscar alternativas fuera de su partido, y ese apoyo político que necesitaba para gobernar lo encontró en el espacio de centroizquierda, que, al igual que en todos los sectores, también estaba carente de figuras excluyentes y en la búsqueda de ellas.
Pronto Kirchner se dio cuenta de que con un discurso adecuado lograba captar la atención y simpatía de un sector muy amplio y muy postergado en el manejo del poder, lo único que necesitaba lograr era una “conección” entre ese sector y el que lo apoyaba dentro del PJ.
Kirchner tenía dos cosas bien claras, por un lado que la confluencia de ideas transversales no duraría para siempre, y por el otro, que si no se enfrentaba con la derecha peronista por el manejo de su partido pronto se convertiría en una marioneta de Duhalde o terminaría siendo un segundo “De La Rúa”. Consideró que debía restarle protagonismo al PJ, aunque sin abandonarlo a su suerte, y generó una fuerza transversal, inclusiva del justicialismo, pero que no estaba basada en la figura de Perón (en sus cuatro años de gobierno solamente lo mencionó públicamente en dos oportunidades) sino en la suya propia. Montado en una gran bandera de los derechos humanos, Nestor Kirchner sedujo a importantes sectores de izquierda y centroizquierda y dejó que el Justicialismo se desangrara, permitió (¿y hasta financió?) campañas contra todos los dirigentes de fuste que no se le alinearan, para, una vez que el partido estuviera definitivamente sin rumbo, aparecer como “el único” capaz de recuperar la mística peronista.
Todo este proceso desencadenó una gran sangría política en casi todos los sectores, dado el vaciamiento de cerebros rutilantes, en los partidos políticos no hubo reacción para detener la fuga dirigencial hacia el nuevo gobierno, Kirchner cooptó dirigencia de casi todos, dividió al histórico adversario obligando a los gobernadores radicales a convertirse en “transversales” a cambio de obra pública y generó un espacio político amplio, elaboró un discurso de corte socialista, haciendo hincapié permanentemente en las cuestiones atinentes a los derechos humanos, pero sin abandonar un instante el liberalismo en materia económica.
La transversalidad abrevó principalmente en el peronismo, pero también lo hizo en la UCR, en los diferentes núcleos Socialistas, (quienes tuvieron que optar por incluirse o quedarse sin discurso), en los partidos provinciales, y hasta logró meterse en el bolsillo a las 2 principales espadas políticas de su archienemiga Elisa Carrió, entregando el manejo del monumental Pami a Ocaña y la estratégica Embajada de Estados Unidos a Timermann y obligando a Lilita a replantear todo su partido.
Pero Kirchner no se detuvo durante su construcción de poder en los partidos políticos, mediante una inusitadamente agresiva (y largamente esperada por todo el campo popular) política de derechos humanos enfrentó de manera valiosa a los asesinos de la última dictadura militar y a sus cómplices de la derecha católica y con esto logró también el apoyo de líderes populares que jamás habían soñado con apoyar a un peronista, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo se convirtieron en su principal blasón, y detrás de ellas llegaron una gran cantidad de pensadores, dirigentes independientes, actores, músicos y deportistas ubicados en el campo popular, que se encolumnaron de manera incondicional detrás de “quien se animaba a hacer lo que nadie se había animado en 20 años de democracia”.
Hay otro partido que el pingüino jugó de manera envidiable (políticamente hablando, claro), el de los sindicatos. Durante toda la campaña política, Kirchner colocó la zanahoria de la personería gremial delante de la CTA mientras negociaba el verdadero poder con Hugo Moyano, de esta manera logró el apoyo de todo el espectro sindical, en cuyo “status quo” nada cambió durante los cuatro años y medio que duró su mandato.
Los problemas que enfrentan los Kirchner, a la hora de mantener el espacio que crearon tienen que ver con el principal fallo que cometieron en la construcción de poder, a diferencia de la construcción que hizo Perón, los K no incluyeron a los actores cooptados dentro de un partido, hay socialistas K, radicales K, Ari K, no hay “Transversalistas” en este esquema amplio, que parece, luego de “la guerra de los cien días”, que podría comenzar a resquebrajarse, con el posible regreso de algunos hijos pródigos a sus lugares de origen.
La pregunta es ¿el travesti que se operó y se hizo mujer puede volver a mutar el hombre?
La actualidad política nacional es bien distinta a la existente hasta la llegada del matrimonio Kirchner al poder, todas las reglas de juego se modificaron, en todos los casos el ex presidente tuvo el tino de acercar a sí a quien le convenía acercar y para ello nunca dudó en enfrentarse con los sectores de poder a los que consideró necesario enfrentar, pero esta actitud le fue generando tanto aliados cuanto enemigos y esos enemigos “jugaron a matar” en la primer coyuntura importante que les apareció medianamente favorable. El conflicto con el campo.
Y si algo queda claro, es que de situaciones diferentes no se sale con métodos tradicionales, Kirchner concitó el apoyo de mucha gente a la que no se compra y lo que perdió por cuestiones políticas no logrará recuperarlo con “billetera”.
¿Cuan profundas son las heridas políticas que generó el matrimonio K en solo cinco años?, ¿Cuál será la estrategia que elijan para recuperar la imagen pública perdida?, ¿Se mantendrá el gobierno en la lucha por el espacio popular o girará definitivamente hacia la derecha, como hizo históricamente el Peronismo, y como opinan muchos que ocurrirá?
Quien tenga las respuestas a estas preguntas conocerá, tal vez, el camino de salida de la crisis por la que atraviesa el gobierno.
Lo que nadie tiene claro es como se sale de la crisis en la que se encuentran los partidos políticos, crisis ésta, disimulada por la bonanza económica pero que en lo ideológico pareciera ser terminal; motivada por décadas de corrupción, ahondada por la incapacidad de quienes vinieron al recambio y confirmada por un gobierno, que sabe, que por más que griten y acusen, no hay un solo partido en esta ¿República?, organizado para hacerle fuerza en una elección.
Y, como decíamos… sin partidos políticos fuertes…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribí tu comentario aquí, Seleccioná "Nombre/URL" y podrás poner un nombre, gracias!